Fauna en ríos, riberas y zonas húmedas

Ríos y zonas húmedas en La Rioja

Los ríos son los elementos más vivos y variables del ecosistema. Conducen el agua de lluvia, se amoldan y modifican el relieve, forman riberas de gran productividad y diversidad, amenizan los paisajes y suministran agua y riqueza a numerosos seres vivos y, en especial, al hombre, que ha aprovechado sus múltiples recursos desde siempre. En La Rioja el Ebro es el río principal y dibuja su límite Norte a lo largo de casi cien kilómetros. Por su margen derecha recibe siete afluentes, el Tirón, el Oja, el Najerilla, y el Iregua en la zona occidental y el Leza, el Cidacos y el Alhama en la oriental, siendo los cuatro primeros los de mayor caudal, regularidad y frescura en sus aguas.

En cuanto a otras zonas húmedas La Rioja tiene una escasa representación, limitándose esta a una serie de balsas de riego naturalizadas como La Grajera en Logroño, El Perdiguero y el Recuenco en Calahorra o la balsa de Oribe en Arnedo. Otras pequeñas lagunas y zonas encharcadas de menor tamaño se reparten por la geografía riojana como la laguna de Hervías o las de San Asensio.

Invertebrados

La fauna de estos ríos de media montaña es muy rica y en ellos moran multitud de insectos. La mayoría son bien conocidos entre los aficionados a la pesca por formar parte de la dieta habitual de los peces. Son los canutillos, gusarapas, cachipollas, etc. del fondo del río, y las moscas de las piedras, efímeras, libélulas, etc. de sus orillas. También viven caracolillos, mejillones, gusanos y crustáceos de agua dulce, siendo el cangrejo de río el más apreciado de todos. En La Rioja existen dos especies: el cangrejo autóctono, que hoy está en peligro de extinción y vive acantonado en arroyos de cabecera, y el cangrejo rojo, que introducido en numerosas masas de agua del Valle por personas que tomaron, y aún toman, una decisión equivocada, es transmisor del hongo que mata y diezma las poblaciones del autóctono.

Peces

Los peces de agua dulce son una pieza fundamental del ecosistema fluvial y ostentan la posición de macroconsumidores del resto de las especies. En los tramos altos y medios de los ríos occidentales (Oja, Najerilla e Iregua), la comunidad piscícola está compuesta casi exclusivamente por la trucha común, el pez que más sube en altitud (1.800 m), y el piscardo o negrillo, un pequeño ciprínido que le acompaña hasta los 1.300 m. En el resto de los ríos y tramos de aguas menos oxigenadas y constantes, la trucha es desplazada progresivamente por otras especies. Así en las cabeceras de los ríos más orientales (Leza, Jubera, Cidacos, Alhama y Linares) la comunidad dominante la forman los ciprínidos barbo de cola roja o cachuelo y bermejuela, mientras que la trucha sólo aparece de manera testimonial en los ríos Leza y Cidacos.

En el Ebro y tramos medios y bajos de sus afluentes dominan también los ciprínidos. Esta numerosa familia da nombre a especies que no tienen dientes en la boca y sí en la faringe, que tienen la costumbre de poner sus huevos entre la vegetación sumergida, y cuyos machos lucen vistosas verrugas nupciales. Pertenecen a ella especies con florecientes poblaciones como el barbo del Ebro, la loína, la carpa, o la tenca. El cacho, por contra, es el ciprínido riojano más escaso y amenazado, vive exclusivamente en las aguas del Ebro y sus hábitos son poco conocidos.

Los cobítidos son los peces más pequeños de La Rioja. Tienen cuerpo alargado, frecuentan los fondos, son de hábitos nocturnos y depredadores de insectos. De las tres especies presentes en nuestros ríos, la locha o lobo de río es la más abundante, la lamprehuela sólo aparece en los tramos finales de algunos de ellos, y la colmilleja se encuentra en peligro de extinción. Su situación es tan crítica como la de la anguila, en otro tiempo repartida por todos los ríos y arroyos de La Rioja, ya no existe de forma natural tras la construcción de las grandes presas del Ebro que le impiden migrar para reproducirse en el mar, y los pocos ejemplares que quedan son repoblados.

El pez fraile o blenio de río es otra especie en horas bajas. Habitual hace años de las aguas del Ebro y de las desembocaduras de sus afluentes, hoy sobrevive en algunos tramos del primero, en el Canal de Lodosa, algunas balsas de riego de La Rioja Baja y los ríos Tirón y Najerilla. Su aspecto es el de un pequeño pez prehistórico de poderosa dentadura, y tiene la particularidad de ser la única especie de nuestra fauna piscícola que cuida y defiende su puesta.

Anfibios y reptiles

Si fundamentales son los peces en el ecosistema fluvial, no menos importantes son el resto de animales vertebrados que, sin ser estrictamente acuáticos, viven, se refugian, alimentan y reproducen en sus aguas o cerca de ellas. Entre los anfibios incluimos al tritón jaspeado, sapo común y rana común, por ser los más abundantes en el medio fluvial, especialmente en sus remansos y charcas de sus márgenes. Entre los reptiles no debemos olvidar a las tortugas de agua dulce, tanto el galápago europeo como el galápago leproso -más abundante- se encuentran en peligro de extinción en La Rioja, viven en grupos aislados en las islas y orillas del río Ebro, especialmente aguas abajo de Logroño, allí donde el cauce se ensancha y forma remansos con vegetación palustre. Las culebras de agua son inofensivas para el hombre, pero no así para los peces, sapos y ranas de los que se alimentan. En los cursos fluviales de La Rioja están presentes la culebra viperina y la culebra de collar.

Aves nidificantes

El número de aves que se acercan a los ríos y riberas por unas razones u otras es enorme. Las zonas con aguas calmas (meandros abandonados, carrizales, espadañales, isletas, etc.) del río Ebro, dan cobijo y suplen las necesidades de un grupo de aves propias de humedales y marismas, ecosistemas que ocupan muy poca extensión en nuestra Comunidad. De cualquier forma en algunos de estos escasos humedales se reproducen aves de la importancia de la garza imperial, el avetorillo, el aguilucho lagunero o la llamativa cigüeñuela, una preciosa ave marismeña de patas rojas muy largas, que nidifica en escasísimo número en un par de encharcamientos salinos temporales de La Rioja Baja. Además son habituales en la época de reproducción el ánade real, la focha común, el rascón, la polla de agua, la garza real, el somormujo lavanco y el zampullín chico. En los carrizales, pequeños pajarillos se han adaptado a vivir entre la vegetación como el ruiseñor bastardo, el buitrón, el carricero tordal, el carricero común y el escribano palustre. Por otra parte durante el paso y la invernada se pueden observar aves tan emblemáticas como la cigüeña negra y el águila pescadora, entre otras muchas.

Además los sotos y riberas aportan muy variadas posibilidades de nidificación. En las cascajeras camuflan sus huevos el pequeño chorlitejo y el andarríos chico. Las grietas y agujeros cercanos al agua esconden las nidadas de las lavanderas y el mirlo acuático, que sólo escoge ríos de aguas puras. En las orillas de bordes verticales horadan pequeños túneles el martín pescador y el avión zapador, una pequeña golondrina de hábitos coloniales. Las ramas de los árboles de ribera soportan tanto los desordenados nidos del milano negro, como los delicados cosidos del pájaro moscón y la oropéndola. Los agujeros redondeados de los troncos delatan la presencia del vocinglero pito real y de su pariente el pico menor, que es el pájaro carpintero más pequeño, frecuente en los viejos sotos y arboledas del Ebro y sus afluentes. Esos mismos agujeros servirán para que el autillo, una diminuta rapaz nocturna, saque adelante su pollada.

Mamíferos

En las frías y cristalinas aguas de los ríos y arroyos de la Sierra, vive una de las joyas de la fauna peninsular, el desmán ibérico; es un insectívoro de no más de 30 centímetros de largo entre su pequeña trompa y la punta de su cola, que bucea perfectamente por aguas turbulentas con ayuda de sus pies provistos de membranas. El musgaño de Cabrera y el murciélago ribereño, que captura sus presas volando a ras de agua, son dos minúsculos insectívoros. La rata de agua es herbívora y habita en los cursos permanentes. La nutria los prefiere caudalosos como el Ebro, pero durante muchos años ha vivido arrinconada en los tramos medios y altos de sus afluentes, allí donde la civilización no se ha mostrado todavía con toda su dureza. Esa misma dureza es la que ha hecho desaparecer al visón europeo de sus áreas de cría habituales, para luego expandirse hacia el Sur, de tal manera que ha empezado a colonizar las riberas del Ebro y sus afluentes, explotando como buen depredador generalista, los huecos dejados quizás por otros.



Nombre científicos de las especies citadas en el texto (solo fauna actual de La Rioja) Ver [ 19 Kb]