Lo primero que tenéis que distinguir es si vuestro hijo está despierto o no cuando grita. Si está despierto se trata de una pesadilla y entonces simplemente debéis acompañarle hasta que se tranquilice y concilie nuevamente el sueño. Pero, si por el contrario, vuestra hijo grita dormido, se trata de terrores nocturnos. En ese caso es importante no tratar de despertarlo y esperar a que se le pasen por si solos. No son perjudiciales para el niño ni tienen mayor repercusión, muchos niños y niñas los tienen y no tienen porque significar nada malo. Aunque vuestro hijo esté dormido, podréis observar que murmura, abre los ojos… pero veréis como al día siguiente no se acuerda de nada, por lo que es mejor no recordárselo para que no coja miedo a ir a la cama. Lo importante tanto en las pesadillas como en los terrores nocturnos, es estar tranquilos, actuar con calma y transmitir paz. Si son terrores nocturnos y veis que vuestro hijo se levanta o se mueve, si que debéis vigilarlo para que no se haga daño. Pero con la tranquilidad de que se trata de un simple proceso evolutivo.