La igualdad de género alude, según la Unesco, a "la igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades de las mujeres y los hombres, y las niñas y los niños". Tras esta máxima de Naciones Unidas, queda patente que el sexo con el que haya nacido una persona nunca debe determinar los derechos, oportunidades y responsabilidades que pueda tener a lo largo de su vida.

La igualdad de género es, por lo tanto, un principio jurídico universal, mientras que la equidad de género introduce, además, un componente ético para asegurar una igualdad real que, de alguna forma, compense la desigualdad histórica que el género femenino arrastra en cuanto a representación política o mercado laboral, entre otras.

Aunque las cuestiones de género llevan años en la agenda internacional, es un hecho que las mujeres y las niñas sufren discriminación y violencia por el simple hecho de haber nacido mujer en todo el mundo. El informe de la OCDE "Perseguir la igualdad de género: una batalla cuesta arriba" lo deja bien claro cuando asegura que ningún país en el mundo, ni siquiera aquellos más igualitarios, ha alcanzado aún la igualdad de género. Precisamente los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que deben cumplirse en 2030, establecen en su objetivo número 5 "lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas".

El último informe del Foro Económico Mundial (FEM) presentado en 2017 asegura que la brecha existente en cuanto a igualdad de género se refiere, no se cerrará hasta dentro de –al menos– 100 años.

Para medir las diferencias existentes hoy en cuanto a igualdad de género, podemos fijarnos en cinco aspectos concretos: la participación política de las mujeres, el acceso a la educación, el acceso al mercado de trabajo, la violencia de género y, por último, la legislación existente destinada a asegurar medidas que garanticen la equidad de género.

Es necesario continuar impulsando medidas para garantizar la igualdad de género en el ámbito laboral. Pero es fundamental también que cada persona asuma el compromiso con la igualdad de género en su propio entorno y vida cotidiana, potenciando la corresponsabilidad en el ámbito familiar y doméstico, así como la coeducación.