Es habitual que los y las adolescentes no quieran hablar con sus padres y madres sobre lo qué les pasa, pero eso no quiere decir que esté sucediendo algo grave. La adolescencia es un periodo vital muy complicado, donde nuestros hijos e hijas se enfrentan a muchos cambios tanto a nivel físico como emocional.

Físicamente están cambiando y esto a veces es difícil de llevar, cambios hormonales, empiezan los complejos, las inseguridades… y emocionalmente están llenos de dudas. No son ni mayores ni pequeños. Además, a todo esto, se le une que les surgen muchos miedos, los más típicos durante la adolescencia son por ejemplo, el miedo al fracaso en los estudios, al fracaso de las relaciones de amistad o de pareja, el miedo ante una enfermedad de familiares, el miedo a decepcionar o el miedo a tomar decisiones erróneas, no sentirse a gusto con su cuerpo, miedo al futuro…

Lo que podemos transmitirles como padres y madres es un mensaje de tranquilidad y calma. Entender por lo que están pasando y no presionarles, dejándoles claro que les damos su espacio, pero que les entendemos y estamos dispuestos/as a hablar cunado quieran. Dejando así que ellos y ellas se acerquen a nosotros/as cuando les parezca oportuno